viernes, 17 de marzo de 2017


                    CONVENTO DE MÍNIMOS DE SAN FRANCISCO DE PAULA
                                             
                                           ALBALATE  DE  CINCA

              Este convento fue fundado por el barón de Espés en 1580.
              En el momento de la exclaustració, 1835, lo ocupaban el corrector y seis frailes.
              La legislación desamortizadora daba la posibilidad a los Ayuntamientos de pedir al Estado la propiedad de algún convento o monasterio para destinarlo a algún objeto de utilidad pública.
               Así lo hizo el Ayuntamiento de Albalate de Cinca y la autoridad provincial emite el siguiente informe sobre esta petición:
                         "-Se solicita para escuelas de instrucción pública y sala capitular.
                          -Características del monasterio: su fábrica es en parte de ladrillo y parte de tierra; la iglesia 
                           tiene 60 varas cuadradas y seis celdas habitables; lo demás del edificio en parte derruido y
                           en parte sostenido por puntales; está dentro del pueblo y su valor es de 25.000 reales de
                           vellón.
                          -Estas oficinas de Huesca no creen en la necesidad de concesión.
                          -No creen en la utilidad pública que proporcionaría su concesión.
                          -La Casa Consistorial de este pueblo es donde está instalada la escuela, es un edificio de
                           buena construcción, por lo que no se concibe que el Ayuntamiento pida otro edificio para
                           escuela". 
               El 24 de Diciembre de 1842 la Junta de Bienes Nacionales comunica al Intendente de Huesca que deniega su cesión al Ayuntamiento
               Entonces el convento de Mínimos se pone a subasta. Se describe así: el edificio se compone de iglesia, claustro y demás en una superficiede 2.400 varas cuadradas. Consta de iglesia, claustro alto y bajo, refectorio,  cocina, despensa, doce celdas, seis enteramente derruidas y las otras seis en mal estado. Tiene 60 vara de largo por 40 de ancho.
               Se tasa en 20.000 reles de vellón.
               Fue rematado el 17 de Mayo de 1843 por un valor de 121.000 reales de vellón a los señores José Castillón y Manuel Mallada.
               Ante la falta de pago por los adquirientes, se puso nuevamente en venta. Se tasó en 20.000 reales de vellón y se aprobó el remate el 26 de Junio de 1844, por un valor de 60.100 reales de vellón, siendo los compradires D. Mariano Jordán y D. Francisco Torres de Peralta de Alcofea.
               No parece que el edificio tuviera utilidad pues hay un informe del 6 de Febrero de 1848 que dice que el edificio no es de mala fábrica, la falta de habitadores durante tanto tiempo y los destrozos que produce la intemperie, son las razones que obligan a creer que el   mejor partido que se puede sacar de él es venderle.
               Pero años después, D. Vicente Manuel Álvarez, Juez de Primera Instancia de Huesca que instruye expediente de enajenación del convento el 21 de Junio 1851. Fue el comprador D. Francisco Torres el 19 de junio de 1844. Verificó el pago del remate en los términos que manifiestan las cartas de pago:
                          Nº 23. Treinta mil reales de vellón y 29 maravedies, la mitad del coste del remate del con-
                                     vento.
                          Nº 72. Veinte y un mil trescientos cincuenta y siete reales de vellón y 24 maravedés, segun-
                                     da mitad del remate.
               En el protocolo notarial 10.254 nº 410 de 1851, se dice:
                                    Venta: a los doce días de Septiembre de 1851, D. Domingo Torres y Mola, Abogado y apoderado de mis padres D. Francisco Torres y Dª Javiera Mola, vendo a favor de D. Joaquin Galindo y D. JustoFranco, vecinos de Albalate de Cinca, el edificio-convento con la iglesia y demás dependencias por cuatro mil seiscientos reales de vellón.
               No sabemos la utilidad que los últimos compradores le dieron al convento, si le dieron alguna, ya que en la actualidad no queda de él ningún vestigio arquitectónico.












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